El silencio que escucha la palabra |
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|
|
¿Desde el centro de dónde? ¿Desde el centro de cuándo? ¿Desde el centro de quién? |
Demasiadas preguntas para un solo punto del tiempo o del espacio, pues hoy os escribo desde “El Centro”.
¿Desde el centro de dónde?
Técnicamente, y según mis fiables informantes, este es uno de los vértices del primer segmento de la Red Geodésica Nacional. No voy a ilustraros con datos y detalles técnicos acerca de lo que este lugar es y lo que significa. No lo haré, entre otras cosas, porque no sabría hacerlo bien y porque otros ya lo han hecho infinitamente mejor de lo que yo lo haría.
Pero, en esencia, os diré, que este lugar desde el que hoy os escribo es centro de una extensa red invisible. En mi pobre imaginación lo veo como un tejido conector de puntos físicos de mi estimada Tierra. Algunos de estos vértices se hallan enclavados en los puntos más altos de ciertas queridas montañas, altas, bajas o medias a los ojos humanos; grandes siempre, enormes, a los ojos del alma.
Por eso, ahora que me encuentro en una especie de centro físico de alguna parte, me gustaría, amigos, daros una panorámica de lo que mis sentidos disfrutan.
No alcanza mi vista ningún horizonte cercano. Verdes hierba, azules cielo y marrones tierra son los colores predominantes, salpicados por todos los rojos, amarillos, malvas, azules, blancos… de las miles de flores que pintan el paisaje.
Las hileras de viñas recién brotadas llenan mis ojos.
Una perdiz lanza al aire su canto ancestral buscando a su pareja, finalmente se encuentran y ambas corren y vuelan en la misma dirección unísona.
La Cañada Soriana cumple su real función conduciendo por su centro a un numeroso ganado, que levantaría tras de sí una enorme nube de polvo, si no fuera porque otras nubes benéficas lo han asentado con firmeza en el camino.
Camino sembrado, por la propia Tierra, de piedras que despiertan nuestras antiguas memorias con formas y dibujos cuyo significado habita, también, en nuestros centros.
Una pequeña ave me sobrevuela; sus alas, por la parte visible a mis ojos, lucen un intenso color naranja.
De repente siento una ausencia, inevitable siempre, frente a la presencia cierta y grata del silencio; el silencio que todo lo envuelve arropando la paz de esta tierra austera y amable. Ausencia de sonidos que permite escuchar los latidos hondos y sentidos del mundo. Sonidos de la tierra y del cielo que alcanzan el centro del corazón, el centro del alma, que hacen vibrar todas y cada una de las células de un cuerpo que, por momentos, no sabe dónde comienza, dónde termina. Que no sabe dónde está el origen, dónde el destino de esas vibraciones viejas.
¿Desde el centro de cuándo?
Siento hoy que me encuentro también en el centro de un tiempo. Un tiempo que no sé definir. Confío que no se trate del centro de mi vida, ya que éste centro temporal espero, por mi bien, haberlo superado hace años, pues, aunque se suele decir que la vida es muy corta, en ocasiones, y como dice un sabio amigo mío, poniendo en su boca mis pensamientos, a veces puede, la vida, hacerse muy larga.
Pero no es el caso, todavía, y hoy os escribo también desde este centro pasajero que ayer fue hoy, que mañana será ayer y sólo hoy tiene sentido para nuestra amistad sin límites ni términos.
Este ahora de hoy, desde el que escribo para vosotros, contiene todos los aromas de la Tierra viva. De los jóvenes pinos que delimitan la Cañada, surge la esencia de la resina caliente que los alimenta. Los tiernos sembrados de reciente brote lanzan al aire su caricia verde, tierna y fresca. La lana del ganado trashumante despierta recuerdos viejos de memorias de queso fresco.
Amapolas, violetas silvestres, margaritas, candilillos y cientos de otras flores que mi ignorancia no sabe nombraros, os mandan juguetonas toda su aromática esencia con la brisa de esta increíble primavera, poso sublime de un invierno lluvioso y fértil.
¿Desde el centro de quién?
Si hay alguna respuesta que tengo clara es desde el centro de quién brotan estas letras escritas que quieren alcanzar el centro de vuestra alma. Surgen del corazón de vuestra amiga cercana que otro día escribió, pensando en vosotros, estas palabras:
Llegará un día en el que treparé,
con la consistencia etérea de una sonrisa,
por la superficie rugosa de un tronco viejo.
Mis manos acariciarán cada rama,
como asideros de otra existencia,
de un mundo más allá de la frágil materia.
Me veréis llegar, quizá, hasta las últimas ramas,
hasta donde alcancen vuestros ojos.
Si queréis,
me veréis llegar donde los últimos brotes
coquetean con las nubes.
Y seguiré ascendiendo.
El árbol no acaba donde alcanza la mirada,
debéis saberlo si queréis verme.
En jirones de nubes
os invitaré a visitar el espacio
donde el azul y el verde se convierten en negro.
Donde el sol, con la ausencia de su brillo,
nos invita a conocer a sus hermanas.
Donde no hay centro ni contorno,
Ni tiempo, ni lugar, ni olvido.
“El Centro”, Primavera, 2010
Páginas de amig@s |
Sacra Leal Supervivencia emocional |
Página de Yolanda |
Campo Base, tu punto de encuentro en la frecuencia montañera |
Compartir |
libro |
A la memoria del almendro, o de todos los árboles que en Por eso hoy, aunque el fuerte viento traía recuerdos de nieve norteña, he decidido dedicarle mi cariño y mi tiempo. Primero había que devolverlo a la tierra que lo sostuvo durante tantos años, pues en su caída había invadido el olivar vecino. Aunque intuyo que ni sus ramas, ni sus raíces, ni su sabia savia entienden, ni les importan, las lindes humanas. Armada de paciencia, de tiempo y de sierra, he comenzado a desmembrar sus ramas. Algunas ya estaban secas, pero otras apuntaban a un futuro cercano con sus flores incipientes y sus vigorosas yemas. |
|
|
|
|
|
El árbol que quiso encontrarse con su sombra Cómo comunicar malas noticias: 1ª lección
|
|
Un sencillo paseo
|
|
Peñalara y el esparto levantino
|
|
Hoy ha amanecido un día gris
|
|
UNA HISTORIA DE AMISTAD
|
|
|
|
|
|
|
|
Cuando lloran las viñas
|
|
Hoy he venido al mundo.
|
|
|
|
A la Replana sin un par
|
|
|
|
Una mañana de verano
|
|
Para Pepita
|
|
De retiro en Penyagolosa
|
|
|
|
Las heridas de la tierra
|
|
|
|
Felicitación y agradecimiento
|