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Textos de Elda Pérez
Moneo
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Un sencillo paseo
Esta tarde he pensado salir a dar un paseo por las sierras. Nada serio, simplemente quería comprobar el estado de la jara, respirar un poco de aire de altura y tomar unas fotografías a la luz del cálido atardecer. No llevaba ninguna ruta definida; de momento, lo primero y como siempre, perderme por los caminos de la Ganadera hasta llegar a las cercanías del chopo centenario.
Después de dejar el coche aparcado en la explanada de Valdehierro, pensé seguir el arroyo que da nombre a la zona, hasta encontrarme con la senda que lleva a la cueva de Castrola, para después visitar la cumbre del Almendrillo y pasar a la otra vertiente, hacia el valle del arroyo Valdezarza. Pero el Hombre (en este caso la mujer, Elda) propone y el cielo dispone, como se verá más adelante.
Antes de nada, comentar que la jara sigue iluminando las sendas con su traslúcida blancura, con sus rojas pinceladas y su corazón dorado; que el aire de los montes sigue siendo el mejor reconstituyente para el alma; que he descubierto, para mi personal e íntimo conocimiento, alguna minúscula florecilla nueva y que la luz del atardecer alumbra las fotos como no sabe hacerlo ningún flash de última generación.
Subiendo por la senda que guía hacia la cueva, la escasez de resuello no me permitía atender el sonido de fondo que animaba el ambiente. Sólo cuando he entrado al interior de la tierra, y su vivificante silencio ha despertado mis neuronas, he sido al fin consciente del sonido que me acompañaba. He sido consciente porque al fin mi cerebro ha recordado que estaba en la Mancha y no en el Levante. Si hubiera estado caminando por las sendas del Cid, la sierra del Caballo, Catí, Camara o las Hermosas, y coincidiendo con estas fechas, aquel sonido podía deberse a alguna guerrilla entre Moros y Cristianos de Petrel, Elda, Sax o incluso Castalla. Pero no son muy aficionados los manchegos a la pólvora, así que aquello sólo podía deberse al eco de alguna tormenta lejana, o no tan lejana. Sin embargo cuando he salido de casa, camino de la sierra, no había nada que indicara que aquella tarde fuera a haber fiesta celeste. Pero eso sólo significa una cosa: que no hay que fiarse de las apariencias y coger siempre el chubasquero, cosa que yo no he hecho.
El caso es que, mientras intentaba capturar al vuelo alguna gota de agua pendiente del techo de la cueva, me debatía entre el dicho que sentencia que “una retirada a tiempo es una victoria” y aquella otra que afirma “que nunca se escribió nada de los cobardes”. Y como ya es suficientemente conocida y manifiesta mi escasa necesidad de trascendencia, no hace falta que os diga que me he inclinado por la primera opción, renunciando con ello a la rutica circular prevista. He bajado, sin prisa pero sin pausa, de nuevo hacia el arroyo Valdehierro sorprendida todavía por el súbito cambio meteorológico, recreándome en alguna fotografía e intentando cazar algún rayo sin lograrlo, más por falta de pericia que de paciencia.
Cuando he llegado al coche, lucía el sol, pero ya se veían los relámpagos alegrar el horizonte, de modo que me he incorporado con ninguna prisa y con menos entusiasmo, a la caravana de los últimos autoevacuados de la explanada. Los integrantes de aquella improvisada procesión íbamos, como bobos genuinos, a meternos directa y absurdamente en las fauces de aquel lobo hábilmente disfrazado de tormenta primaveral, así que he decidido escaparme por un camino paralelo y disfrutar del espectáculo de luces y sonido.
Un trueno continuo, cada vez más cercano, llenaba el aire a mi alrededor y los relámpagos alumbraban desde dentro la nube cargada de fuerza y agua. El cielo se derramaba en hebras grises sobre la tierra y el sol, sin embargo, no se rendía a la evidencia, iluminando, pertinaz, el mundo con sus rayos, ya horizontales y dorados.
De pronto, me he encontrado entre el arco multicolor que la luz del atardecer dibujaba nítido sobre las nubes de tormenta y un enorme torreón que ocultaba el astro.
Y allí, en aquella inmensa compañía, me he sentido integrada en la tarde.
22 de mayo, 2011
Fotos en Picasa
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A la memoria del almendro, o de todos los árboles que en
la Tierra han sido
Por eso hoy, aunque el fuerte viento traía recuerdos de nieve norteña, he decidido dedicarle mi cariño y mi tiempo. Primero había que devolverlo a la tierra que lo sostuvo durante tantos años, pues en su caída había invadido el olivar vecino. Aunque intuyo que ni sus ramas, ni sus raíces, ni su sabia savia entienden, ni les importan, las lindes humanas. Armada de paciencia, de tiempo y de sierra, he comenzado a desmembrar sus ramas. Algunas ya estaban secas, pero otras apuntaban a un futuro cercano con sus flores incipientes y sus vigorosas yemas. |
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La ruta de los arroyos
Hay días en los hay vale la pena hacerle caso al instinto. Bueno, siempre vale la pena y muchas veces, la alegría, pero algunos días especialmente. Hoy ha sido uno de esos días.
Cuando me he despertado el instinto me ha dicho que me levantara sin pereza, que, aunque no había nevado como estaba previsto, el monte me esperaba. Pero la cabeza, cómodamente recostada en la cálida almohada, ha dicho: “Pero instinto, tú estás mal de la cabeza, ¿es que no escuchas el viento cómo sopla por entre los tejados?” Seguid leyendo | Álbum en picasa
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Milagros de cada día
Mis queridos amigos: acabo de darme cuenta de que me he saltado un año entero (largo) sin escribir una línea por estos lares. Imperdonable. Bueno, sí, voy a perdonarme porque así es más fácil perdonar a los demás, si fuera necesario.
El caso es que cuando Aurora me lea escribir (ya que no me “oye decir”) que “acabo de darme cuenta”, me dará un cachete virtual porque lleva todo el verano recordándomelo, pero he de deciros que tengo una buena excusa: he estado varias estaciones en plácido letargo...Seguid leyendo
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El árbol que quiso encontrarse con su sombra
Cómo comunicar malas noticias: 1ª lección
Con la inestimable colaboración de Keny
Sí, hoy tengo que comunicar una mala noticia a tres seres muy queridos para mí y he venido al único lugar en el que puedo hallar la mejor forma de hacerlo. Hoy he venido al quinto cono, porque es aquí donde ha ocurrido el fatal* hecho y he venido a pedirle al árbol que me cuente su historia...Seguid leyendo
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Recuerdo que un día, con mis mejores deseos para mis amigos, y entre otras cosas, escribí esto: O que cese la brisa para que, en la silenciosa quietud del monte, la Tierra les hable desde las largas fibras del esparto. Este era uno de mis buenos deseos y tiene una explicación que deseo compartir con quienes tengáis a bien visitar este espacio...Seguid leyendo
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Pero nadie que me aprecie se inquiete. Que el día amanezca gris a las puertas del invierno, es lo mejor que puede pasarle al día.
He decidido salir a sumergirme en el color del día. He salido sin rumbo fijo ni objetivo claro y el camino ha ido guiando mis pasos; ardua tarea, pues la niebla impedía al camino guiar mis pasos más allá de unos pocos metros...
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¿Qué hacer ante un perro callejero?
Yo antes tenía una respuesta clara: buscarle un hogar. Pero a partir de esta historia tengo mis dudas.
Yo vivía en el campo y vivían conmigo dos perras, una de ellas, de padres desconocidos y rescatada de la calle; la otra, de padres y “amos” conocidos, pero rescatada también de una familia numerosa y de una enorme cantidad de pulgas...
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Para mi madre
Había venido a este lugar decenas de veces, solo, en compañía, desde el este, desde el oeste, con el almuerzo en la mochila, con las manos en los bolsillos, caminando, haciendo footing… y siempre le había intrigado, durante unos escasos segundos, el cartel que, sobre madera, anuncia la proximidad de un refugio donde guarecerse en caso de lluvia...
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… y los perros, los caballos, los delfines… y hasta los grillos si me dejan dormir por la noche. Por eso, porque me gustan los toros, el 28 de julio será día de fiesta en mi calendario particular.
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¿Qué te ocurre?, ¿por qué esas lágrimas? – dijo el hombre que sonreía y que ofrecía al amigo sus brazos libres.
Lloro porque no puedo darte, ni recibir de ti, lo único que desearía en este momento: un estrecho y fraternal abrazo – dijo el hombre que andaba cabizbajo y triste y que tenía sus brazos ocupados con todas sus posesiones...Seguir leyendo
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¿Desde el centro de dónde?
¿Desde el centro de cuándo?
¿Desde el centro de quién?
Demasiadas preguntas para un solo punto del tiempo o del espacio, pues hoy os escribo desde “El Centro”. ...
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Los que me conocen un poco quizá piensen con una media sonrisa burlona dibujándose en su cara: ‒ ¡Ja!, más quisiera ella quitarse de encima los cuarenta y seis años que ya le hacen guiños desde una esquina cercana de abril.
Los que me conocen mejor saben que no es eso lo que yo más quisiera. Lo que más quisiera es que la niña de los hoyuelos no me abandonara, a pesar de los años que vaya cumpliendo. Y, de momento, parece que lo voy consiguiendo...seguir leyendo
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...Y viene esto a cuento de que el pasado sábado se celebró en mi querido pueblo vecino, Petrer, la II Gala del certamen literario de relatos y cuentos de montaña Cuentamontes, en la que se presentó el libro y se entregaron los premios a los finalistas y el reconocimiento a los galardonados. Los organizadores nos prestaron el micrófono durante unos breves minutos para que pudiéramos dirigirnos al público y cuando me tocó el turno descubrí, con horror, que las palabras pensadas se me habían ido dispersando a lo largo del pasillo...
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El sol ha aparecido el tiempo justo para tranquilizar nuestros corazones. Para decirnos: “Aquí estoy de nuevo, tal y como ayer me pedisteis”, para que supiéramos que hoy era otro día. Después se ha ocultado, discreto, tras el velo de las nubes para no fundir la nieve y permitirnos un paseo inolvidable por el albo paisaje.
Ya la senda, a estas alturas, se había convertido en una cinta de terciopelo blanca, un pasillo de nieve virgen entre los algodonosos árboles.
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- Escucha……..
- ¿……….? No oigo nada
- Pues eso, el silencio.
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Queridos amigos.
En esta visita feliz que me habéis brindado he reconocido a algunos de vosotros; también he comprobado que os acompañaban algunas caras nuevas. Caras nuevas que me contemplaban con respeto y manos que acariciaban con cariño los múltiples pliegues de mi ruda piel arrugada. Almas que traían en su mirada el recuerdo de otras formas de vida antiguas.
He visto tristeza en vuestros ojos y la sospecha de una discreta lágrima al descubrir mis vegetales úlceras de anciano.
No os apenéis por mí. ...seguir leyendo
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Cuando me he despertado esta mañana, el mundo, alrededor del Hondón, había desaparecido.
Las hileras de viñas que arrancan desde la ventana se perdían en un horizonte cercano y difuso. En un mágico claro entre la niebla aparecía la luna que anteayer fue llena, eso me tranquilizó, siempre que la luna continúe en mi horizonte no tendré nada que temer.
La brisa fresca y húmeda me invitó a salir....seguir leyendo | Fotos en picasa
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Para mi madre, para nuestra madre
¿Hay alguien ahí? Llamo a las puertas del cielo para preguntar por ti, porque dicen que es ahí donde van las almas buenas. Pero no estás, me dicen que has salido. Ni siquiera el cielo infinito es suficientemente grande para contenerte, para retenerte....seguir leyendo
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El aire huele a una mezcla de humedad de tormenta y resina caliente.
Como no conozco bien el clima de la zona no sé cuando será prudente salir corriendo hacia el refugio.
Tengo la sensación de que la tormenta nos está rodeando, (nos: a mi, a los pinos, a los enebros, a las ardillas, a las chicharras, al espino blanco...). Creo que la primera gota es la señal de la prudencia y debo irme al refugio...seguir leyendo
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Las vías de acceso a Alicante estaban impracticables a esa hora. Encontrar un aparcamiento era una quimera.
Eran las 6:45 de un jueves primaveral.
Descubrí medio aparcamiento. El otro medio pertenecía al vado de un taller mecánico cuyo horario laboral se iniciaba a las 9:00. Confié a los hados urbanos mi medio coche mal aparcado y cubrí a la carrera los trescientos metros que me separaban de la estación de trenes.
El tren salía a las 7:00.
Cuando llegué a la estación, mi amigo ya no estaba en la cola de pasajeros que ofrecían su billete para la comprobación rutinaria. Las cintas de seguridad me impedían acceder al andén número 2, junto a la vía en la que estaba situado el tren.
Entonces le vi. Entonces vi a mi amigo,...seguir leyendo
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Me han pedido
que escriba un relato de montaña y yo no tengo habilidad
para la ficción y la metáfora.
Yo sólo sé, lo veo desde mi ventana, que al Monte
Bateig, a la Sierra del Caballo, como a otros tantos, les ha salido
un cáncer de hierros oxidados que está devorando
si piedad sus entrañas y amenaza con cambiar para siempre
los mapas... Seguir
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Me dirigía
a Sevilla en viaje de trabajo, cuando el autobús en el
que viajaba pasó por delante de las murallas de Córdoba.
Hasta ese momento, Córdoba no era una ciudad en la que
pensara especialmente, pero a partir de entonces sentí
una extraña “necesidad” de conocerla. En aquel
momento pensé estas líneas que escribí días
después de volver del viaje de trabajo, hace ya…
casi diez años, ¡Cómo pasa el tiempo!... Seguir
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Hoy quiero
enviar una felicitación y un agradecimiento.
Voy a empezar con el agradecimiento, lo que ocurre es que no sé
bien a quién dirigirlo. Lo más fácil, y lo
que me llevaría al acierto seguro, sería elevar
mi gratitud al UNO, y no fallaría, pero quedaría
ciertamente ambiguo y con escaso reconocimiento a quienes el UNO
empleó para que yo me sienta hoy necesitada de alguien
concreto que acepte mis “gracias”....seguir
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