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Textos de Elda Pérez
Moneo
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Milagros de cada día
Mis queridos amigos: acabo de darme cuenta de que me he saltado un año entero (largo) sin escribir una línea por estos lares. Imperdonable. Bueno, sí, voy a perdonarme porque así es más fácil perdonar a los demás, si fuera necesario.
El caso es que cuando Aurora me lea escribir (ya que no me “oye decir”) que “acabo de darme cuenta”, me dará un cachete virtual porque lleva todo el verano recordándomelo, pero he de deciros que tengo una buena excusa: he estado varias estaciones en plácido letargo.
Pero ya se han caído las hojas de los árboles, se van helando las setas que van quedando y, como ya van siendo las noches más largas, he decidido que es tiempo de que nos echemos una charraeta.
Los que habéis recibido algún correo mío (entre siesta y siesta veraniega), habréis comprobado que he ampliado la firma de los mismos, he añadido la frase:
La magia no es más que darse cuenta de los milagros pequeños que ocurren cada día a nuestro alrededor.
Y de eso mismo vengo a hablaros.
El otro día me fui al monte (qué novedad) y, subiendo por el cauce tímidamente resucitado de un arroyo, escuché el sonido inconfundible de un pájaro carpintero. Los he oído muchas veces, en mis dos tierras, pero sólo había visto una vez un ejemplar en acción y a una distancia tan grande que sólo la ilusión permitía imaginar que lo estabas viendo. El caso es que ayer lo escuché a lo lejos lejos y se encontraba en la dirección en la que iban mis pasos y por eso, supongo que al acercarme se calló.
Al dar la vuelta en un meandro del riachuelo, cerca de donde me había llegado el sonido, observé a mi alrededor por si era capaz de localizarlo. Al pájaro, de momento, no lo vi, pero vi el tronco de un árbol descarnado que parecía un queso gruyere buscando el cielo.
Para mí que es el tronco-escuela de todos los pájaros carpinteros de la zona, me llamó mucho la atención y me acerqué para verlo.
Conforme me acercaba observé que, a bastante altura, había “algo” inmóvil que no pertenecía al tronco, pero como tengo la sana costumbre de ir al monte sin gafas, y como se me habían olvidado los prismáticos, no pude saber qué era. Pero por si acaso era el pica pinos en cuestión, me fui acercando despacio y haciendo fotografías con la intención de ampliarlas luego y ver si el “algo” tenía plumas.
Pude acercarme lo suficiente como para comprobar que sí era el pájaro, dictamen que se vio favorecido porque el bicho decidió mover la cabeza. Le tomé varias fotografías con el zoom de la cámara y cuando empezaba a estar agradecida y aburrida a partes iguales por su inmovilidad, se me ocurrió pensar: "A esta distancia se debe oír fuerte el golpeteo, lo suyo sería que se pusiera a picar y poderlo tomar en vídeo”. Pedid y se os dará, que dijo aquel.
Y así fue como el animalico me hizo este valioso regalo.
No sería el último regalo del día.
Ya estaba de regreso, conduciendo el coche, pero todavía por los caminos de tierra que serpentean las sierras, cuando me di cuenta de que no había visto ningún ciervo aquel día: cosa rara. Lo iba justificando y comprendiendo porque hace unos días que se ha levantado la veda y es lógico y sano (sobre todo para ellos) que los animales estén prevenidos. Además recordaba que la vez anterior que estuve por allí, había visto muchos, al menos tres grupos, y algunos muy confiados y cercanos; así que me lo tomé como una despedida de la temporada.
Pensando iba, precisamente, en estas cosas cuando al dar una curva me encontré un ejemplar joven, pastando bellotas tranquilamente, en medio del camino. ¿Y qué creéis que hizo?, ¿salir huyendo despavorido? Pues no: me miró, se rascó una oreja y siguió comiendo bellotas.
Qué bonitas coincidencias, diréis algunos. Qué chorrada, diréis los menos; pero puedo aseguraros que para mí fueron dos momentos mágicos, de esos que sólo se aprecian cuando se llevan abiertos los ojos del alma, cuando se vive el aquí y ahora como si fuera el último, como si fuera el único.
Porque los milagros suceden cada día a nuestro alrededor, aunque no siempre estemos inclinados a verlos o a reconocerlos.
Pero, ¿sabéis qué es lo que más me gusta?: que cada vez somos más quienes estamos dispuestos a disfrutarlos, a no perdernos ni un solo momento de la magia que nos envuelve, aunque sea con algo tan sencillo como ver un caballo en el cielo disfrazado de nube.
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A la memoria del almendro, o de todos los árboles que en
la Tierra han sido
Por eso hoy, aunque el fuerte viento traía recuerdos de nieve norteña, he decidido dedicarle mi cariño y mi tiempo. Primero había que devolverlo a la tierra que lo sostuvo durante tantos años, pues en su caída había invadido el olivar vecino. Aunque intuyo que ni sus ramas, ni sus raíces, ni su sabia savia entienden, ni les importan, las lindes humanas. Armada de paciencia, de tiempo y de sierra, he comenzado a desmembrar sus ramas. Algunas ya estaban secas, pero otras apuntaban a un futuro cercano con sus flores incipientes y sus vigorosas yemas. |
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La ruta de los arroyos
Hay días en los hay vale la pena hacerle caso al instinto. Bueno, siempre vale la pena y muchas veces, la alegría, pero algunos días especialmente. Hoy ha sido uno de esos días.
Cuando me he despertado el instinto me ha dicho que me levantara sin pereza, que, aunque no había nevado como estaba previsto, el monte me esperaba. Pero la cabeza, cómodamente recostada en la cálida almohada, ha dicho: “Pero instinto, tú estás mal de la cabeza, ¿es que no escuchas el viento cómo sopla por entre los tejados?” Seguid leyendo | Álbum en picasa
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El árbol que quiso encontrarse con su sombra
Cómo comunicar malas noticias: 1ª lección
Con la inestimable colaboración de Keny
Sí, hoy tengo que comunicar una mala noticia a tres seres muy queridos para mí y he venido al único lugar en el que puedo hallar la mejor forma de hacerlo. Hoy he venido al quinto cono, porque es aquí donde ha ocurrido el fatal* hecho y he venido a pedirle al árbol que me cuente su historia...Seguid leyendo
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Esta tarde he pensado salir a dar un paseo por las sierras. Nada serio, simplemente quería comprobar el estado de la jara, respirar un poco de aire de altura y tomar unas fotografías a la luz del cálido atardecer. No llevaba ninguna ruta definida; de momento, lo primero y como siempre, perderme por los caminos de la Ganadera hasta llegar a las cercanías del chopo centenario.
Después de dejar el coche aparcado en la explanada de Valdehierro, pensé seguir el arroyo que da nombre a la zona, hasta encontrarme con la senda que lleva a la cueva de Castrola,...Seguid leyendo
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Recuerdo que un día, con mis mejores deseos para mis amigos, y entre otras cosas, escribí esto: O que cese la brisa para que, en la silenciosa quietud del monte, la Tierra les hable desde las largas fibras del esparto. Este era uno de mis buenos deseos y tiene una explicación que deseo compartir con quienes tengáis a bien visitar este espacio...Seguid leyendo
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Pero nadie que me aprecie se inquiete. Que el día amanezca gris a las puertas del invierno, es lo mejor que puede pasarle al día.
He decidido salir a sumergirme en el color del día. He salido sin rumbo fijo ni objetivo claro y el camino ha ido guiando mis pasos; ardua tarea, pues la niebla impedía al camino guiar mis pasos más allá de unos pocos metros...
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¿Qué hacer ante un perro callejero?
Yo antes tenía una respuesta clara: buscarle un hogar. Pero a partir de esta historia tengo mis dudas.
Yo vivía en el campo y vivían conmigo dos perras, una de ellas, de padres desconocidos y rescatada de la calle; la otra, de padres y “amos” conocidos, pero rescatada también de una familia numerosa y de una enorme cantidad de pulgas...
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Para mi madre
Había venido a este lugar decenas de veces, solo, en compañía, desde el este, desde el oeste, con el almuerzo en la mochila, con las manos en los bolsillos, caminando, haciendo footing… y siempre le había intrigado, durante unos escasos segundos, el cartel que, sobre madera, anuncia la proximidad de un refugio donde guarecerse en caso de lluvia...
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… y los perros, los caballos, los delfines… y hasta los grillos si me dejan dormir por la noche. Por eso, porque me gustan los toros, el 28 de julio será día de fiesta en mi calendario particular.
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¿Qué te ocurre?, ¿por qué esas lágrimas? – dijo el hombre que sonreía y que ofrecía al amigo sus brazos libres.
Lloro porque no puedo darte, ni recibir de ti, lo único que desearía en este momento: un estrecho y fraternal abrazo – dijo el hombre que andaba cabizbajo y triste y que tenía sus brazos ocupados con todas sus posesiones...Seguir leyendo
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¿Desde el centro de dónde?
¿Desde el centro de cuándo?
¿Desde el centro de quién?
Demasiadas preguntas para un solo punto del tiempo o del espacio, pues hoy os escribo desde “El Centro”. ...
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Los que me conocen un poco quizá piensen con una media sonrisa burlona dibujándose en su cara: ‒ ¡Ja!, más quisiera ella quitarse de encima los cuarenta y seis años que ya le hacen guiños desde una esquina cercana de abril.
Los que me conocen mejor saben que no es eso lo que yo más quisiera. Lo que más quisiera es que la niña de los hoyuelos no me abandonara, a pesar de los años que vaya cumpliendo. Y, de momento, parece que lo voy consiguiendo...seguir leyendo
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...Y viene esto a cuento de que el pasado sábado se celebró en mi querido pueblo vecino, Petrer, la II Gala del certamen literario de relatos y cuentos de montaña Cuentamontes, en la que se presentó el libro y se entregaron los premios a los finalistas y el reconocimiento a los galardonados. Los organizadores nos prestaron el micrófono durante unos breves minutos para que pudiéramos dirigirnos al público y cuando me tocó el turno descubrí, con horror, que las palabras pensadas se me habían ido dispersando a lo largo del pasillo...
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El sol ha aparecido el tiempo justo para tranquilizar nuestros corazones. Para decirnos: “Aquí estoy de nuevo, tal y como ayer me pedisteis”, para que supiéramos que hoy era otro día. Después se ha ocultado, discreto, tras el velo de las nubes para no fundir la nieve y permitirnos un paseo inolvidable por el albo paisaje.
Ya la senda, a estas alturas, se había convertido en una cinta de terciopelo blanca, un pasillo de nieve virgen entre los algodonosos árboles.
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- Escucha……..
- ¿……….? No oigo nada
- Pues eso, el silencio.
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Queridos amigos.
En esta visita feliz que me habéis brindado he reconocido a algunos de vosotros; también he comprobado que os acompañaban algunas caras nuevas. Caras nuevas que me contemplaban con respeto y manos que acariciaban con cariño los múltiples pliegues de mi ruda piel arrugada. Almas que traían en su mirada el recuerdo de otras formas de vida antiguas.
He visto tristeza en vuestros ojos y la sospecha de una discreta lágrima al descubrir mis vegetales úlceras de anciano.
No os apenéis por mí. ...seguir leyendo
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Cuando me he despertado esta mañana, el mundo, alrededor del Hondón, había desaparecido.
Las hileras de viñas que arrancan desde la ventana se perdían en un horizonte cercano y difuso. En un mágico claro entre la niebla aparecía la luna que anteayer fue llena, eso me tranquilizó, siempre que la luna continúe en mi horizonte no tendré nada que temer.
La brisa fresca y húmeda me invitó a salir....seguir leyendo | Fotos en picasa
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Para mi madre, para nuestra madre
¿Hay alguien ahí? Llamo a las puertas del cielo para preguntar por ti, porque dicen que es ahí donde van las almas buenas. Pero no estás, me dicen que has salido. Ni siquiera el cielo infinito es suficientemente grande para contenerte, para retenerte....seguir leyendo
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El aire huele a una mezcla de humedad de tormenta y resina caliente.
Como no conozco bien el clima de la zona no sé cuando será prudente salir corriendo hacia el refugio.
Tengo la sensación de que la tormenta nos está rodeando, (nos: a mi, a los pinos, a los enebros, a las ardillas, a las chicharras, al espino blanco...). Creo que la primera gota es la señal de la prudencia y debo irme al refugio...seguir leyendo
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Las vías de acceso a Alicante estaban impracticables a esa hora. Encontrar un aparcamiento era una quimera.
Eran las 6:45 de un jueves primaveral.
Descubrí medio aparcamiento. El otro medio pertenecía al vado de un taller mecánico cuyo horario laboral se iniciaba a las 9:00. Confié a los hados urbanos mi medio coche mal aparcado y cubrí a la carrera los trescientos metros que me separaban de la estación de trenes.
El tren salía a las 7:00.
Cuando llegué a la estación, mi amigo ya no estaba en la cola de pasajeros que ofrecían su billete para la comprobación rutinaria. Las cintas de seguridad me impedían acceder al andén número 2, junto a la vía en la que estaba situado el tren.
Entonces le vi. Entonces vi a mi amigo,...seguir leyendo
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Me han pedido
que escriba un relato de montaña y yo no tengo habilidad
para la ficción y la metáfora.
Yo sólo sé, lo veo desde mi ventana, que al Monte
Bateig, a la Sierra del Caballo, como a otros tantos, les ha salido
un cáncer de hierros oxidados que está devorando
si piedad sus entrañas y amenaza con cambiar para siempre
los mapas... Seguir
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Me dirigía
a Sevilla en viaje de trabajo, cuando el autobús en el
que viajaba pasó por delante de las murallas de Córdoba.
Hasta ese momento, Córdoba no era una ciudad en la que
pensara especialmente, pero a partir de entonces sentí
una extraña “necesidad” de conocerla. En aquel
momento pensé estas líneas que escribí días
después de volver del viaje de trabajo, hace ya…
casi diez años, ¡Cómo pasa el tiempo!... Seguir
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Hoy quiero
enviar una felicitación y un agradecimiento.
Voy a empezar con el agradecimiento, lo que ocurre es que no sé
bien a quién dirigirlo. Lo más fácil, y lo
que me llevaría al acierto seguro, sería elevar
mi gratitud al UNO, y no fallaría, pero quedaría
ciertamente ambiguo y con escaso reconocimiento a quienes el UNO
empleó para que yo me sienta hoy necesitada de alguien
concreto que acepte mis “gracias”....seguir
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