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Textos de Elda Pérez
Moneo
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Para Pepita
Para mi madre, para nuestra madre
¿Hay alguien ahí? Llamo a las puertas del cielo para preguntar por ti, porque dicen que es ahí donde van las almas buenas. Pero no estás, me dicen que has salido. Ni siquiera el cielo infinito es suficientemente grande para contenerte, para retenerte.
De manera que vuelvo a mi habitación, a mi escritorio, a la libreta y al bolígrafo, que en un momento de necesidad me regaló un ser muy querido, y te encuentro allí, mirándome sonriente y complacida. No hace falta que digas nada, el brillo en tus ojos lo dice todo. En tu mirada hay aceptación y aprobación de mis decisiones y mi camino, y no porque necesariamente sean los correctos - eso sólo el tiempo lo puede decir- sino porque son míos, mis decisiones y mi camino.
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Esta es una de las cosas (¿lecciones?) más importantes que aprendimos contigo: tú nos hiciste libres e independientes, incluso de ti; lección difícil de dar y de aprender, sin embargo tú lo hiciste de la forma más natural, como lo hacen los buenos maestros.
Por eso no te canso más, que sé que hay otros que te esperan, que estarán llamando a las puertas del cielo para preguntar por ti y que mi habitación no es lo suficientemente grande para contenerte, para retenerte... Pero mi corazón sí.
--------------------------------------------------------------------------------------------17/10/200...
Ellas estaban ahí todavía. Las estrellas me miraban sorprendidas. Quizá yo misma me sorprendía ¿Por qué después de tantos años hacía yo algo que se salía de lo común?
El hecho es que caminaba solitaria, primero alumbrada por la luz de las farolas que proyectaban mi sombra en todas direcciones.
Era una mañana preciosa, tibia a pesar de Octubre.
Poco a poco las farolas quedaron atrás; sólo la luna, las estrellas y el recuerdo de Ella me impulsaban en el camino. La senda tranquila, silenciosa, o quizá con los murmullos de antaño, de cuando Ella vivía allí. Por un momento, sólo un instante, me vi transportada años atrás, con sus vecinos, con su madre, sus hermanos y ¿Quién sabe?... sus ilusiones.
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Cuando llegué arriba, tras recorrer la empinada senda, ya despuntaba el alba, pero la luz de la luna todavía era intensa, ella era quien me proporcionaba ahora mi sombra.
Junto a nuestro boj había un calderón en la roca; quizá con mi presencia disuadí a los pájaros más madrugadores de su primer sorbo de agua. Me senté en el lugar que Ella me proporcionó hace meses y lloré. |
No me preguntéis por qué.
Yo sé que ahora su alma es libre y también sé que no es necesario ir a ese lugar para estar con Ella. Ella nos acompaña siempre. Ahora forma parte de ese Todo que nos inspira, que nos empuja a hacer lo que debemos para alcanzar nuestro fin. Pero aquel lugar tiene algo, no sé, algo especial que me emociona.
Quiero pensar, aunque no me preocupa especialmente, que fue Ella quien nos llevó a ese lugar, y no nosotros a Ella. Nunca nos dijo lo que deseaba, pero nos impulsó a todos y cada uno de nosotros hasta donde Ella quiso.
La afición de uno, la prudencia de una, las prisas extrañas de otra, el miedo a las alturas de otra, el silencio de otro, fueron frenando o impulsando a ráfagas nuestros pasos hasta dar con el lugar que albergó su juventud. Otero desde el que dominar todo el valle. Frente al lago del río, junto a las vías del tren que tanto le gustaba. Y un pequeño corredor por el que el viento de levante, que precisamente sopló aquel día, se llevó parte de sus cenizas en dirección a Madrid, su Madrid, su querido Madrid.
El día que mi ilusión creyó percibir todo esto, quería leer un poco allí, “con Ella”, pero estaba incómoda en el lugar en el que me había sentado y me levanté para buscar otro mejor. Antes de decidirme a dar un solo paso en ninguna dirección, una bandada de palomas me regaló su vuelo ante mí, caminé hacia ellas y descubrí el sitio más cómodo para leer que podía imaginar entre las rocas. Creo que las dos disfrutamos de un buen rato de lectura, oyendo sonar las campanas y viendo pasar los trenes.
El día del aniversario (poco importa que se cumpla un año, o diez meses o seis semanas, pero era el día del aniversario), cuando la luz del amanecer cambió de lugar mi sombra, el cielo me ofreció un precioso espectáculo.
Las nubes gris perla que adornaban el Cid se fueron bordeando de un hilo rojo, luego naranja, luego blanco y después, de un fulgor, de una explosión de luz que deslumbraba los ojos, pero iluminaba el alma. Pronto las nubes pasaron del gris al blanco y se las adivinaba más tenues, más algodonosas...luego fueron rosadas.
Después el sol y la memoria de Ella me acompañaron de regreso a casa.
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A la memoria del almendro, o de todos los árboles que en
la Tierra han sido
Por eso hoy, aunque el fuerte viento traía recuerdos de nieve norteña, he decidido dedicarle mi cariño y mi tiempo. Primero había que devolverlo a la tierra que lo sostuvo durante tantos años, pues en su caída había invadido el olivar vecino. Aunque intuyo que ni sus ramas, ni sus raíces, ni su sabia savia entienden, ni les importan, las lindes humanas. Armada de paciencia, de tiempo y de sierra, he comenzado a desmembrar sus ramas. Algunas ya estaban secas, pero otras apuntaban a un futuro cercano con sus flores incipientes y sus vigorosas yemas. |
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La ruta de los arroyos
Hay días en los hay vale la pena hacerle caso al instinto. Bueno, siempre vale la pena y muchas veces, la alegría, pero algunos días especialmente. Hoy ha sido uno de esos días.
Cuando me he despertado el instinto me ha dicho que me levantara sin pereza, que, aunque no había nevado como estaba previsto, el monte me esperaba. Pero la cabeza, cómodamente recostada en la cálida almohada, ha dicho: “Pero instinto, tú estás mal de la cabeza, ¿es que no escuchas el viento cómo sopla por entre los tejados?” Seguid leyendo | Álbum en picasa
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Milagros de cada día
Mis queridos amigos: acabo de darme cuenta de que me he saltado un año entero (largo) sin escribir una línea por estos lares. Imperdonable. Bueno, sí, voy a perdonarme porque así es más fácil perdonar a los demás, si fuera necesario.
El caso es que cuando Aurora me lea escribir (ya que no me “oye decir”) que “acabo de darme cuenta”, me dará un cachete virtual porque lleva todo el verano recordándomelo, pero he de deciros que tengo una buena excusa: he estado varias estaciones en plácido letargo...Seguid leyendo
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El árbol que quiso encontrarse con su sombra
Cómo comunicar malas noticias: 1ª lección
Con la inestimable colaboración de Keny
Sí, hoy tengo que comunicar una mala noticia a tres seres muy queridos para mí y he venido al único lugar en el que puedo hallar la mejor forma de hacerlo. Hoy he venido al quinto cono, porque es aquí donde ha ocurrido el fatal* hecho y he venido a pedirle al árbol que me cuente su historia...Seguid leyendo
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Esta tarde he pensado salir a dar un paseo por las sierras. Nada serio, simplemente quería comprobar el estado de la jara, respirar un poco de aire de altura y tomar unas fotografías a la luz del cálido atardecer. No llevaba ninguna ruta definida; de momento, lo primero y como siempre, perderme por los caminos de la Ganadera hasta llegar a las cercanías del chopo centenario.
Después de dejar el coche aparcado en la explanada de Valdehierro, pensé seguir el arroyo que da nombre a la zona, hasta encontrarme con la senda que lleva a la cueva de Castrola,...Seguid leyendo
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Recuerdo que un día, con mis mejores deseos para mis amigos, y entre otras cosas, escribí esto: O que cese la brisa para que, en la silenciosa quietud del monte, la Tierra les hable desde las largas fibras del esparto. Este era uno de mis buenos deseos y tiene una explicación que deseo compartir con quienes tengáis a bien visitar este espacio...Seguid leyendo
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Pero nadie que me aprecie se inquiete. Que el día amanezca gris a las puertas del invierno, es lo mejor que puede pasarle al día.
He decidido salir a sumergirme en el color del día. He salido sin rumbo fijo ni objetivo claro y el camino ha ido guiando mis pasos; ardua tarea, pues la niebla impedía al camino guiar mis pasos más allá de unos pocos metros...
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¿Qué hacer ante un perro callejero?
Yo antes tenía una respuesta clara: buscarle un hogar. Pero a partir de esta historia tengo mis dudas.
Yo vivía en el campo y vivían conmigo dos perras, una de ellas, de padres desconocidos y rescatada de la calle; la otra, de padres y “amos” conocidos, pero rescatada también de una familia numerosa y de una enorme cantidad de pulgas...
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Para mi madre
Había venido a este lugar decenas de veces, solo, en compañía, desde el este, desde el oeste, con el almuerzo en la mochila, con las manos en los bolsillos, caminando, haciendo footing… y siempre le había intrigado, durante unos escasos segundos, el cartel que, sobre madera, anuncia la proximidad de un refugio donde guarecerse en caso de lluvia...
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… y los perros, los caballos, los delfines… y hasta los grillos si me dejan dormir por la noche. Por eso, porque me gustan los toros, el 28 de julio será día de fiesta en mi calendario particular.
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¿Qué te ocurre?, ¿por qué esas lágrimas? – dijo el hombre que sonreía y que ofrecía al amigo sus brazos libres.
Lloro porque no puedo darte, ni recibir de ti, lo único que desearía en este momento: un estrecho y fraternal abrazo – dijo el hombre que andaba cabizbajo y triste y que tenía sus brazos ocupados con todas sus posesiones...Seguir leyendo
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¿Desde el centro de dónde?
¿Desde el centro de cuándo?
¿Desde el centro de quién?
Demasiadas preguntas para un solo punto del tiempo o del espacio, pues hoy os escribo desde “El Centro”. ...
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Mientras la niña de los hoyuelos buscaba con la mirada en alto el origen de aquellas gotitas brillantes, traslúcidas, una de esas lágrimas cayó sobre mi mejilla. No, no era rocío. El resto del sarmiento estaba seco y sólo por su extremo, o por heridas antiguas, segregaba aquel líquido transparente. Resbaló por mi piel hasta la comisura de mis labios y no resistí la tentación de saborearlo. Aparentemente insípido, dejó, sin embargo, un recuerdo dulce en los resquicios de mi boca y una huella melosa en la superficie de mi piel...Seguir leyendo
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Los que me conocen un poco quizá piensen con una media sonrisa burlona dibujándose en su cara: ‒ ¡Ja!, más quisiera ella quitarse de encima los cuarenta y seis años que ya le hacen guiños desde una esquina cercana de abril.
Los que me conocen mejor saben que no es eso lo que yo más quisiera. Lo que más quisiera es que la niña de los hoyuelos no me abandonara, a pesar de los años que vaya cumpliendo. Y, de momento, parece que lo voy consiguiendo...seguir leyendo
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...Y viene esto a cuento de que el pasado sábado se celebró en mi querido pueblo vecino, Petrer, la II Gala del certamen literario de relatos y cuentos de montaña Cuentamontes, en la que se presentó el libro y se entregaron los premios a los finalistas y el reconocimiento a los galardonados. Los organizadores nos prestaron el micrófono durante unos breves minutos para que pudiéramos dirigirnos al público y cuando me tocó el turno descubrí, con horror, que las palabras pensadas se me habían ido dispersando a lo largo del pasillo...
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El sol ha aparecido el tiempo justo para tranquilizar nuestros corazones. Para decirnos: “Aquí estoy de nuevo, tal y como ayer me pedisteis”, para que supiéramos que hoy era otro día. Después se ha ocultado, discreto, tras el velo de las nubes para no fundir la nieve y permitirnos un paseo inolvidable por el albo paisaje.
Ya la senda, a estas alturas, se había convertido en una cinta de terciopelo blanca, un pasillo de nieve virgen entre los algodonosos árboles.
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- Escucha……..
- ¿……….? No oigo nada
- Pues eso, el silencio.
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Queridos amigos.
En esta visita feliz que me habéis brindado he reconocido a algunos de vosotros; también he comprobado que os acompañaban algunas caras nuevas. Caras nuevas que me contemplaban con respeto y manos que acariciaban con cariño los múltiples pliegues de mi ruda piel arrugada. Almas que traían en su mirada el recuerdo de otras formas de vida antiguas.
He visto tristeza en vuestros ojos y la sospecha de una discreta lágrima al descubrir mis vegetales úlceras de anciano.
No os apenéis por mí. ...seguir leyendo
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Cuando me he despertado esta mañana, el mundo, alrededor del Hondón, había desaparecido.
Las hileras de viñas que arrancan desde la ventana se perdían en un horizonte cercano y difuso. En un mágico claro entre la niebla aparecía la luna que anteayer fue llena, eso me tranquilizó, siempre que la luna continúe en mi horizonte no tendré nada que temer.
La brisa fresca y húmeda me invitó a salir....seguir leyendo | Fotos en picasa
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El aire huele a una mezcla de humedad de tormenta y resina caliente.
Como no conozco bien el clima de la zona no sé cuando será prudente salir corriendo hacia el refugio.
Tengo la sensación de que la tormenta nos está rodeando, (nos: a mi, a los pinos, a los enebros, a las ardillas, a las chicharras, al espino blanco...). Creo que la primera gota es la señal de la prudencia y debo irme al refugio...seguir leyendo
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Las vías de acceso a Alicante estaban impracticables a esa hora. Encontrar un aparcamiento era una quimera.
Eran las 6:45 de un jueves primaveral.
Descubrí medio aparcamiento. El otro medio pertenecía al vado de un taller mecánico cuyo horario laboral se iniciaba a las 9:00. Confié a los hados urbanos mi medio coche mal aparcado y cubrí a la carrera los trescientos metros que me separaban de la estación de trenes.
El tren salía a las 7:00.
Cuando llegué a la estación, mi amigo ya no estaba en la cola de pasajeros que ofrecían su billete para la comprobación rutinaria. Las cintas de seguridad me impedían acceder al andén número 2, junto a la vía en la que estaba situado el tren.
Entonces le vi. Entonces vi a mi amigo,...seguir leyendo
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Me han pedido
que escriba un relato de montaña y yo no tengo habilidad
para la ficción y la metáfora.
Yo sólo sé, lo veo desde mi ventana, que al Monte
Bateig, a la Sierra del Caballo, como a otros tantos, les ha salido
un cáncer de hierros oxidados que está devorando
si piedad sus entrañas y amenaza con cambiar para siempre
los mapas... Seguir
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Me dirigía
a Sevilla en viaje de trabajo, cuando el autobús en el
que viajaba pasó por delante de las murallas de Córdoba.
Hasta ese momento, Córdoba no era una ciudad en la que
pensara especialmente, pero a partir de entonces sentí
una extraña “necesidad” de conocerla. En aquel
momento pensé estas líneas que escribí días
después de volver del viaje de trabajo, hace ya…
casi diez años, ¡Cómo pasa el tiempo!... Seguir
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Hoy quiero
enviar una felicitación y un agradecimiento.
Voy a empezar con el agradecimiento, lo que ocurre es que no sé
bien a quién dirigirlo. Lo más fácil, y lo
que me llevaría al acierto seguro, sería elevar
mi gratitud al UNO, y no fallaría, pero quedaría
ciertamente ambiguo y con escaso reconocimiento a quienes el UNO
empleó para que yo me sienta hoy necesitada de alguien
concreto que acepte mis “gracias”....seguir
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