El silencio que escucha la palabra

Volver al inicio


Textos de Elda Pérez Moneo

******************************************************************************

La ruta de los arroyos


Hay días en los hay vale la pena hacerle caso al instinto. Bueno, siempre vale la pena y muchas veces, la alegría, pero algunos días especialmente. Hoy ha sido uno de esos días.

Cuando me he despertado el instinto me ha dicho que me levantara sin pereza, que, aunque no había nevado como estaba previsto, el monte me esperaba. Pero la cabeza, cómodamente recostada en la cálida almohada, ha dicho: “Pero instinto, tú estás mal de la cabeza, ¿es que no escuchas el viento cómo sopla por entre los tejados?” Y allí estaba yo, en medio de los dos, escuchando también el viento…, pero viendo, también por entre los tejados, cómo se desperezaban los primeros rayos de un sol luminoso. Nada más poner un pie fuera de la cama, con el primer escalofrío de la mañana, ya me estaba arrepintiendo, pero media hora más tarde ya estaba en la calle con un par de juegos de pilas para la cámara de fotos. Antes de salir del pueblo me he encontrado a un buen amigo que, con certero juicio, me ha preguntado: “Pero hija mía, ¿a dónde vas con este frío y este viento?” Y la cabeza, por mi boca, le ha contestado: “Pues eso estoy yo pensando, que a dónde voy con este día”, y el instinto, sin dejarse amedrentar, ha añadido también por mi boca: “Pero bueno, aunque sea sin salir del coche, necesito irme a ver correr el agua por los arroyos”. Lo de “sin salir del coche” no se lo ha creído ni mi amigo ni mi instinto ni mi cabeza que, resignada, se ha dejado caer enfurruñada en el asiento del coche, y mi instinto y yo ya no hemos sabido de ella hasta horas más tarde.

Como siempre, no sabía a dónde ir, pero nada más llegar a la explanada de Valdehierro, y echando una ojeada al cauce del arroyo, que venía cargado de agua, he decidido remontarlo hasta el cruce de la senda que lleva a la cueva de Castrola y luego ya veríamos, quizá volver a por el coche y seguir visitando otros rincones de agua mientras los caminos se lo permitieran a los añejos bajos de mi vehículo. Además, caminando por los cauces de los arroyos era más fácil ir resguardada del fuerte viento, aunque, a decir verdad, al comenzar a caminar he notado que hacía menos aire que en el pueblo.

Como un chiquillo con botas de agua he comenzado a ascender lo más pegada al riachuelo que me era posible, para no perderme ni una sola nota de la música acuática, preciosa melodía la del agua corriendo alegre por sus cauces naturales. Pero pronto me hubiera sido imposible caminar lejos del agua, aunque hubiera querido, porque todo era agua: el cauce, el camino, la senda…

De todas partes afluía agua hasta el centro del valle, en dóciles y pequeñas cascadas.

Las nubes iban y venían, y en un momento dado me he visto haciendo fotos con el flash para intentar captar las motitas de polvo que danzaban en el ambiente al ritmo del viento suave. Pero… un momento… esto no es polvo, o es… ¡polvo de nubes! Minúsculos cristales de agua, que aspiraban a copitos de nieve, llenaban el aire.

Al llegar al cruce con la senda de la cueva de Castrola he dudado si seguir por el arroyo o subir a la cueva. La decisión ha sido rápida: me apetecía mucho subir al refugio de piedra, pero ella no se va a ir, sin embargo, los arroyos pronto perderán su caudal, así que he decidido seguir aguas arriba. La intención primera del paseo de hoy era ver el agua que corre por toda la sierra, aunque fuera con el coche. Pero la siguiente decisión ha habido que tomarla en el cruce con el cortafuegos que sube hasta el collado que une el Vasto y el Almendrillo: ¿Volver a por el coche, en vista de los copos voladores, o cruzar al valle del Valdezarza y hacer andando la ruta de los arroyos? Mi instinto y yo miramos las nubes y convinimos en que no llegaría la nieve al río, así que, antes de que la cabeza pudiera decir esta boca es mía, ya estábamos con un pie en el cortafuegos.

Así, entre trochas, olivares y riachuelos, llegamos hasta la casa de Valdezarza, más conocida en círculos cercanos como la casa de la Aurori. Al llegar allí, la nube que dejaba caer copos de nieve había quedado atrás y la luz era preciosa, así que después de tomar algunas fotografías seguí por el cauce del arroyo hasta donde se une con el Valdeciruelos, con el propósito de hacer una visita al Despeñador o Despeñadero, que nunca sé cómo se llama; pero como no lo sé, yo prefiero llamarlo Despeñador, que me trae recuerdos de mi otra tierra. El Despeñador es un pequeño tobogán de rocas por donde se deslizan juguetonas las aguas del Valdeciruelos.

Tiempo y lugar para el imprescindible reposo del cuerpo y el espíritu. Si alguno de vosotros, amables e inciertos lectores, habéis hecho alguna vez meditación o algo parecido, habréis oído eso de: “Imagina un arroyo de aguas cristalinas; déjate arrullar por su música; los cálidos rayos del sol acarician tu cara; siente la frescura de las gotas que salpican tu rostro, los aromas… ” Pues bien, aquí no hay que imaginar nada…

Cuando consigo regresar del ensueño, decido seguir por el arroyo para visitar brevemente el barranco del Lobo y la parte alta del Valdeciruelos, la que queda por encima del camino que lleva al Montón de trigo.

Nada más rebasar la cascada, el arroyo se encajona sinuosamente entre las rocas multiplicando las notas de su melodía. Tengo que buscar un paso alternativo al vado por el que suelo cruzar ya que éste se encuentra hoy felizmente inundado.

Qué alegría ver tanta agua, qué alegría sentir la alegría del agua. Cuando esta sierra Madre, añosa y antigua, tiene estos arrebatos festivos y juveniles, algo indefinible y profundo se despierta en los corazones.

Reponiéndome a la emoción, sigo remontando el riachuelo para llegar hasta la presa y la bordeo dejándome inundar esta vez por el silencio. Aquí el agua está quieta, reposada, profunda, tranquila. Dejo de caminar para no escuchar ni siquiera mis pasos y me dejo impregnar por el silencio, la paz, la calma…

En la cola de la presa se mezclan las aguas del Valdeciruelos y del Lobo y de todos los pequeños hilillos que brotan por muchos puntos de las laderas. Vuelve el agua a la vida.

El caudal del barranco del Lobo desciende presuroso por el camino, como si no quisiera tocarlo, como si quisiera abandonarlo pronto para unirse con las aguas de su hermano y deslizarse raudo por el tobogán del Despeñador. Yo voy a encontrarme con sus aguas cauce arriba, no mucho, unos cuantos metros, para ser testigo de su alegría.

Regreso al camino para adentrarme también por el cauce del Valdeciruelos. Voy siguiendo las trochas que usan los animales y pidiendo permiso a las zarzas para internarme en su terreno. El sol, asomando de vez en cuando por entre las nubes, me ha ido acompañando todo el día para tomar fotografías, pero ahora veo que tarda en aparecer mientras lo espero para fotografiar una promesa de peonía. Lo busco en el cielo para descubrir que vuelven a caer cristales de agua y que una nube inmensa asoma por el collado. Es hora de comenzar a bajar y si el tiempo cronológico y atmosférico lo permiten, hacer una visita al Charco de las Víboras.

De regreso al camino que discurre paralelo al Valdezarza veo que la nube es cada vez más densa pero más clara, está cargada de nieve. Acelero el paso para intentar llegar antes que ella a la casa de la Aurori, donde poder refugiarme en caso de que me alcance la nube, e intento cruzar el arroyo por el primer lugar que me parece posible sin evaluar suficientemente el terreno que piso y acabo, como era de esperar, con un pie dentro del agua.

La nube avanza lenta y veo como me adelantan por el camino sus emisarios, pequeños y juguetones copos de nieve que se enredan en mi cabello. Compruebo el paisaje tan distinto que tengo por delante y el que dejo por detrás, me entretengo haciendo fotos y oigo la nube que me habla:

 

¡Va, va, va!, -dice la nube- 
menos fotos y mas andar, 
que tengo que llover 
y no te quiero mojar.



Y es que, al parecer, era una nube aprendiza de poeta y estaba practicando con aquello de las rimas, porque luego ni llover ni nevar ni ná de ná. Pero por si acaso, y porque no estaba todavía muy decidida la nube si llover aquí o en otras tierras, al llegar al cruce con el camino que lleva a Cinco Casas, y de ahí al Charco de las Víboras, decidimos, esta vez de común acuerdo los tres, mi instinto, mi cabeza y yo, que era mejor irse llegando hasta el coche, que todavía estaba a media hora larga y andaba ya mediada la tarde.

Ya se van viendo algunos incipientes capullos en las jaras y van apareciendo las primeras flores. Hay unas amarillas, como pequeños narcisos silvestres, que son las más precoces, pero también las más tímidas: crecen mirando hacia el suelo y forzando a quienes quieren disfrutar de su belleza a poner rodilla en tierra para mostrarles la dimensión de la humildad. Hay que hacerse muy pequeño para poderlas fotografiar.

Y bien, se acabó por este día la preciosa y emocionante ruta de los arroyos pero no las sorpresas. De vuelta al pueblo, pude observar un extraño, al menos para mí, fenómeno atmosférico. Se trata de una enorme y preciosa nube blanca y algodonosa que parece brotar del suelo y que se desplaza a gran velocidad empujada por el viento, aunque en algunos momento yo dudaba si era el viento el que la desplazaba o era ella, con su rápido movimiento, quien generaba el viento.

Y así, entre nieve, sol, nubes y viento he logrado, contra todo pronóstico, regresar al pueblo sin más incidentes que un pie dentro de uno de los múltiples arroyos. Agradecida a mi instinto por sacarme este día 13 de la cama y la cabeza sin parar de reírse de mi bota empapada.

 

 
 

Páginas de amig@s

 

Espacio de Laura en myspace

La madre tierra sufre en silencio, te atreves a ser su voz?

Sacra Leal, poetisa
Sacra Leal
Supervivencia emocional
Página personal de Yolanda Pérez
Página de Yolanda

Página del músico y compositor Darío Palomo

Biblioteca digital mundial de la UNESCO
Campo Base
Campo Base,
tu punto de encuentro en la frecuencia montañera
Interesante página de Petrer en la que se pueden keer artículos de Elda y de nuestro colaborador Juan Manuel Maestre Carbonell
Petrer al día
toda la actualidad de
Petrer y Elda
intercomarcaltv
 
Compartir
libro
 

A la memoria del almendro, o de todos los árboles que en
la Tierra han sido

Por eso hoy, aunque el fuerte viento traía recuerdos de nieve norteña, he decidido dedicarle mi cariño y mi tiempo. Primero había que devolverlo a la tierra que lo sostuvo durante tantos años, pues en su caída había invadido el olivar vecino. Aunque intuyo que ni sus ramas, ni sus raíces, ni su sabia savia entienden, ni les importan, las lindes humanas. Armada de paciencia, de tiempo y de sierra, he comenzado a desmembrar sus ramas. Algunas ya estaban secas, pero otras apuntaban a un futuro cercano con sus flores incipientes y sus vigorosas yemas.


Milagros de cada día

Mis queridos amigos: acabo de darme cuenta de que me he saltado un año entero (largo) sin escribir una línea por estos lares. Imperdonable. Bueno, sí, voy a perdonarme porque así es más fácil perdonar a los demás, si fuera necesario.
El caso es que cuando Aurora me lea escribir (ya que no me “oye decir”) que “acabo de darme cuenta”, me dará un cachete virtual porque lleva todo el verano recordándomelo, pero he de deciros que tengo una buena excusa: he estado varias estaciones en plácido letargo...Seguid leyendo


El árbol que quiso encontrarse con su sombra

Cómo comunicar malas noticias: 1ª lección
Con la inestimable colaboración de Keny

Sí, hoy tengo que comunicar una mala noticia a tres seres muy queridos para mí y he venido al único lugar en el que puedo hallar la mejor forma de hacerlo. Hoy he venido al quinto cono, porque es aquí donde ha ocurrido el fatal* hecho y he venido a pedirle al árbol que me cuente su historia...Seguid leyendo


Un sencillo paseo

Un sencillo paseo

Esta tarde he pensado salir a dar un paseo por las sierras. Nada serio, simplemente quería comprobar el estado de la jara, respirar un poco de aire de altura y tomar unas fotografías a la luz del cálido atardecer. No llevaba ninguna ruta definida; de momento, lo primero y como siempre, perderme por los caminos de la Ganadera hasta llegar a las cercanías del chopo centenario.

Después de dejar el coche aparcado en la explanada de Valdehierro, pensé seguir el arroyo que da nombre a la zona, hasta encontrarme con la senda que lleva a la cueva de Castrola,...Seguid leyendo


Peñalara y el esparto levantino


Recuerdo que un día, con mis mejores deseos para mis amigos, y entre otras cosas, escribí esto: O que cese la brisa para que, en la silenciosa quietud del monte, la Tierra les hable desde las largas fibras del esparto. Este era uno de mis buenos deseos y tiene una explicación que deseo compartir con quienes tengáis a bien visitar este espacio...Seguid leyendo

Peñalara y el esparto levantino

Día gris

Hoy ha amanecido un día gris

Pero nadie que me aprecie se inquiete. Que el día amanezca gris a las puertas del invierno, es lo mejor que puede pasarle al día.
He decidido salir a sumergirme en el color del día. He salido sin rumbo fijo ni objetivo claro y el camino ha ido guiando mis pasos; ardua tarea, pues la niebla impedía al camino guiar mis pasos más allá de unos pocos metros...

Seguid leyendo | Fotos en picasa


UNA HISTORIA DE AMISTAD

¿Qué hacer ante un perro callejero?
Yo antes tenía una respuesta clara: buscarle un hogar. Pero a partir de esta historia tengo mis dudas.
Yo vivía en el campo y vivían conmigo dos perras, una de ellas, de padres desconocidos y rescatada de la calle; la otra, de padres y “amos” conocidos, pero rescatada también de una familia numerosa y de una enorme cantidad de pulgas...
Seguid leyendo | Fotos en picasa

Una historia de amistad

Renacimiento


Para mi madre

Había venido a este lugar decenas de veces, solo, en compañía, desde el este, desde el oeste, con el almuerzo en la mochila, con las manos en los bolsillos, caminando, haciendo footing… y siempre le había intrigado, durante unos escasos segundos, el cartel que, sobre madera, anuncia la proximidad de un refugio donde guarecerse en caso de lluvia...
seguid leyendo


… y los perros, los caballos, los delfines… y hasta los grillos si me dejan dormir por la noche. Por eso, porque me gustan los toros, el 28 de julio será día de fiesta en mi calendario particular.

Seguid leyendo

 


El abrazo

El abrazo

¿Qué te ocurre?, ¿por qué esas lágrimas? – dijo el hombre que sonreía y que ofrecía al amigo sus brazos libres.

Lloro porque no puedo darte, ni recibir de ti, lo único que desearía en este momento: un estrecho y fraternal abrazo – dijo el hombre que andaba cabizbajo y triste y que tenía sus brazos ocupados con todas sus posesiones...Seguir leyendo


Desde El Centro

¿Desde el centro de dónde?

¿Desde el centro de cuándo?

¿Desde el centro de quién?

Demasiadas preguntas para un solo punto del tiempo o del espacio, pues hoy os escribo desde “El Centro”. ...
Seguir leyendo | Álbum de fotos


Hoy he venido al mundo.

Los que me conocen un poco quizá piensen con una media sonrisa burlona dibujándose en su cara: ‒ ¡Ja!, más quisiera ella quitarse de encima los cuarenta y seis años que ya le hacen guiños desde una esquina cercana de abril.

Los que me conocen mejor saben que no es eso lo que yo más quisiera. Lo que más quisiera es que la niña de los hoyuelos no me abandonara, a pesar de los años que vaya cumpliendo. Y, de momento, parece que lo voy consiguiendo...seguir leyendo


Ganadores Cuentamontes 2009

...Y viene esto a cuento de que el pasado sábado se celebró en mi querido pueblo vecino, Petrer, la II Gala del certamen literario de relatos y cuentos de montaña Cuentamontes, en la que se presentó el libro y se entregaron los premios a los finalistas y el reconocimiento a los galardonados. Los organizadores nos prestaron el micrófono durante unos breves minutos para que pudiéramos dirigirnos al público y cuando me tocó el turno descubrí, con horror, que las palabras pensadas se me habían ido dispersando a lo largo del pasillo...

Seguir leyendo | Álbum en picasa


A la Replana sin un par
...de crampones.

El sol ha aparecido el tiempo justo para tranquilizar nuestros corazones. Para decirnos: “Aquí estoy de nuevo, tal y como ayer me pedisteis”, para que supiéramos que hoy era otro día. Después se ha ocultado, discreto, tras el velo de las nubes para no fundir la nieve y permitirnos un paseo inolvidable por el albo paisaje.
Ya la senda, a estas alturas, se había convertido en una cinta de terciopelo blanca, un pasillo de nieve virgen entre los algodonosos árboles.

Seguir leyendo | Álbum en picasa

Amanecer desde Caprala

  • Escucha……..
  • ¿……….? No oigo nada
  • Pues eso, el silencio.

Queridos amigos.

En esta visita feliz que me habéis brindado he reconocido a algunos de vosotros; también he comprobado que os acompañaban algunas caras nuevas. Caras nuevas que me contemplaban con respeto y manos que acariciaban con cariño los múltiples pliegues de mi ruda piel arrugada. Almas que traían en su mirada el recuerdo de otras formas de vida antiguas.
He visto tristeza en vuestros ojos y la sospecha de una discreta lágrima al descubrir mis vegetales úlceras de anciano.

No os apenéis por mí. ...seguir leyendo

Palabra de anciano


Una mañana de verano

Una mañana de verano

Cuando me he despertado esta mañana, el mundo, alrededor del Hondón, había desaparecido.
Las hileras de viñas que arrancan desde la ventana se perdían en un horizonte cercano y difuso. En un mágico claro entre la niebla aparecía la luna que anteayer fue llena, eso me tranquilizó, siempre que la luna continúe en mi horizonte no tendré nada que temer.
La brisa fresca y húmeda me invitó a salir....seguir leyendo | Fotos en picasa


Para Pepita


Para mi madre, para nuestra madre

¿Hay alguien ahí? Llamo a las puertas del cielo para preguntar por ti, porque dicen que es ahí donde van las almas buenas. Pero no estás, me dicen que has salido. Ni siquiera el cielo infinito es suficientemente grande para contenerte, para retenerte....seguir leyendo


De retiro en Peña Golosa

De retiro en Penyagolosa

El aire huele a una mezcla de humedad de tormenta y resina caliente.
Como no conozco bien el clima de la zona no sé cuando será prudente salir corriendo hacia el refugio.
Tengo la sensación de que la tormenta nos está rodeando, (nos: a mi, a los pinos, a los enebros, a las ardillas, a las chicharras, al espino blanco...). Creo que la primera gota es la señal de la prudencia y debo irme al refugio...seguir leyendo


Hidden Peak 8.068 José A. Antón Un lustro después

Un recuerdo

Las vías de acceso a Alicante estaban impracticables a esa hora. Encontrar un aparcamiento era una quimera.
Eran las 6:45 de un jueves primaveral.
Descubrí medio aparcamiento. El otro medio pertenecía al vado de un taller mecánico cuyo horario laboral se iniciaba a las 9:00. Confié a los hados urbanos mi medio coche mal aparcado y cubrí a la carrera los trescientos metros que me separaban de la estación de trenes.
El tren salía a las 7:00.
Cuando llegué a la estación, mi amigo ya no estaba en la cola de pasajeros que ofrecían su billete para la comprobación rutinaria. Las cintas de seguridad me impedían acceder al andén número 2, junto a la vía en la que estaba situado el tren.
Entonces le vi. Entonces vi a mi amigo,...seguir leyendo


Las heridas de la tierra

Me han pedido que escriba un relato de montaña y yo no tengo habilidad para la ficción y la metáfora.
Yo sólo sé, lo veo desde mi ventana, que al Monte Bateig, a la Sierra del Caballo, como a otros tantos, les ha salido un cáncer de hierros oxidados que está devorando si piedad sus entrañas y amenaza con cambiar para siempre los mapas..
. Seguir leyendo

Las heridas de la tierra

Los árboles de piedra

Me dirigía a Sevilla en viaje de trabajo, cuando el autobús en el que viajaba pasó por delante de las murallas de Córdoba. Hasta ese momento, Córdoba no era una ciudad en la que pensara especialmente, pero a partir de entonces sentí una extraña “necesidad” de conocerla. En aquel momento pensé estas líneas que escribí días después de volver del viaje de trabajo, hace ya… casi diez años, ¡Cómo pasa el tiempo!... Seguir leyendo

Molino de la Unión en Camuñas

Felicitación y agradecimiento

Hoy quiero enviar una felicitación y un agradecimiento.
Voy a empezar con el agradecimiento, lo que ocurre es que no sé bien a quién dirigirlo. Lo más fácil, y lo que me llevaría al acierto seguro, sería elevar mi gratitud al UNO, y no fallaría, pero quedaría ciertamente ambiguo y con escaso reconocimiento a quienes el UNO empleó para que yo me sienta hoy necesitada de alguien concreto que acepte mis “gracias”
....seguir leyendo

 
 
Para Pepita | De retiro en Penyagolosa | Palabra de anciano | Un recuerdo | Felicitación | Córdoba | Las heridas de la tierra | Una mañana de verano | A la Replana sin un par...de crampones | Cuentamontes 2009 | Hoy he venido al mundo | Alcamoniya | Desde El Centro | El abrazo | Me gustan los toros | Renacimiento | Una historia de amistad | Día gris | Peñalara y el esparto levantino | Un sencillo paseo | El árbol que quiso encontrarse con su sombra |Milagros de cada día | La ruta de los arroyos | A la memoria del almendro
Volver | Fotografías de Elda en picasa | Contactar con Elda: arqayla@gmail.com
Textos de Elda Pérez Moneo ©