Hoy
quiero enviar una felicitación y un agradecimiento.
Voy a empezar con el agradecimiento, lo que ocurre es que no sé
bien a quién dirigirlo. Lo más fácil, y lo que
me llevaría al acierto seguro, sería elevar mi gratitud
al UNO, y no fallaría, pero quedaría ciertamente ambiguo
y con escaso reconocimiento a quienes el UNO empleó para que
yo me sienta hoy necesitada de alguien concreto que acepte mis “gracias”.
De modo que haré un esfuerzo para encontrar destinatarios,
que seguro se verá recompensado, aunque sólo sea con
la íntima satisfacción del deber cumplido.
¿Empiezo
por orden de aparición o por orden de importancia? Mejor por
orden de aparición, que el otro orden no lo tengo claro.
Hace
casi cuatro lustros (¡por Dios, cómo pasa el tiempo!),
un buen amigo entonces, y ahora buen y viejo amigo, me regaló
“La vieja sirena” y con el libro me regaló a su
autor, José Luis Sampedro, hasta entonces desconocido para
mí. Le quiero desde entonces (al autor, al amigo ya le quería).
Lo cierto es que desde aquel libro he venido siguiendo los pasos del
autor a través de sus obras.
La última que ha caído en mis manos “Escribir
es vivir”, es el objeto de mi agradecimiento. Precioso
y sentido libro que recomiendo a cualquier persona sensible a la vida
y a las letras. Sencillo, humano, profundo y divertido.
A
mi viejo y buen amigo envío, pues, mi tercer “gracias”.
Y
la pregunta es ¿y el primero y el segundo no van antes?, la
respuesta es, obviamente, sí, pero es que me hacía falta
este desorden para explicar el objeto.
Y
ahora sí, mi primer “gracias”.
Este
es para mi hermana Aurora que, entre otras muchas cosas que ha hecho
por mí, y que quizá en otro momento sean objeto de otro
escrito, se casó con un manchego. Un manchego natural de Camuñas,
un pequeño pueblo toledano, en el que no sé yo qué
les dan de comer, pero que brotan los artistas y los intelectuales
como las amapolas en sus fértiles campos.
Para
él, para Isabelo va, por tanto, mi segundo “gracias”.
Creativo,
inquieto, despierto, espiritual, amigo de duendes, gnomos y todo tipo
de seres capaces de explicar los incomprensibles fenómenos
de este mundo sorprendente, a ojos de quien quiera verlo. Decidido,
activo y capaz de descubrir a las personas más increíbles,
ponerse a su altura, lograr su amistad incondicional y bajarlas a
tu altura o elevarte a ti a la suya para compartir contigo su amistad.
El
cuarto y el quinto “gracias” ha de ser compartido.
Es
para una pareja de amigos, sin cuya condición de pareja no
hubiera sido posible la destinataria de mi sexto “gracias”.
Pero me estoy perdiendo. Dirijo mi cuarto y quinto “gracias”
a Jose y Floren, camuñeros ambos también, e integrantes
de ese nutricio grupo de amigos que a Isabelo le gusta compartir con
sus otras amistades, y con su cuñada, y sin embargo amiga.
Ella, Jose, incluida en el grupo de las artistas de Camuñas,
que nos deleita con sus pastelillos de coco, tartas de manzana y otras
delicias culinarias que endulzan nuestras tertulias. Él, Floren,
incluido en el grupo de los intelectuales, y del que confío
no perder su amistad tras esta afirmación, que nos deleita
con bellas palabras primorosamente ordenadas. Él, preocupado
por transmitir a sus hijos lo más precioso que conoce del mundo,
me mostró un ejemplar de “Escribir es vivir”, dedicado
por José Luis Sampedro a su hija Elisa, a quien no conozco
personalmente, pero que toma preciosas fotografías.
Para
ella, para Elisa va, como he dicho antes mi sexto “gracias”.
Si
ella hubiera leído ya el libro, probablemente su padre no me
lo habría mostrado y yo no hubiera tenido ocasión de
conocerlo. Y ella, Elisa, tendrá tiempo de leerlo y disfrutarlo
en su momento, como yo lo he hecho.
Y…
a propósito, creo que me falta alguien. Un agradecimiento
0. Compartido.
A mis padres, sin cuya condición de pareja, no habría
sido posible la destinataria primera de mis “gracias”,
Aurora, ni el resto de mis hermanos, pero esto lo dejo para otra ocasión.
Dedico
este breve texto a Isabelo, para felicitarle en su cumpleaños.
Un beso, y el libro ya te lo prestaré.