El silencio que escucha la palabra

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Textos de Elda Pérez Moneo

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Una historia de amistad

Una historia de amistad

¿Qué hacer ante un perro callejero?

     Yo antes tenía una respuesta clara: buscarle un hogar. Pero a partir de esta historia tengo mis dudas.

     Yo vivía en el campo y vivían conmigo dos perras, una de ellas, de padres desconocidos y rescatada de la calle; la otra, de padres y “amos” conocidos, pero rescatada también de una familia numerosa y de una enorme cantidad de pulgas.

     Un buen día, o mejor, un caluroso día de verano, apareció por los alrededores de mi casa una perrilla de raza desconocida y de indudable pedigrí “callejero”, gris ceniza de color, pelo corto, ojos vivísimos y un alegre rabo parlante.

     Comenzaba el conflicto.

     Por un lado, el sentido de la responsabilidad hacia un animal solo y abandonado; el amor que nos inspiran estos seres a quienes llamamos animales; la absoluta seguridad de que esa noche, si no le dábamos cobijo, el remordimiento no nos iba a dejar dormir. Por otro lado, la razón nos decía que era otra boca más, otro collar antiparasitario más, otra factura de veterinario más…que puedes irte de vacaciones con un perro, con dos ya es más difícil, ¡pero con tres…! Además estaba el pacto que habíamos hecho los habitantes de aquella casa, comprometiéndonos a no adoptar más de un perro; ya había sido roto ese pacto una vez, romperlo de nuevo era iniciar el camino hacia una guardería perruna que no estábamos en condiciones de asumir.

     Por el momento ganaba la razón y mi conciencia se tendría que conformar con sacarle un poco de agua fresca y algo de comida.

     Ella siguió merodeando por los alrededores de la casa; todos los días le proporcionaba agua fresca, ya que el verano era tórrido; en cuanto al alimento, parece que se defendía bien con sus facultades innatas de cazadora pues, cuando le ofrecía comida, rara vez se la comía en el momento: prefería llevársela a sabe dios qué despensa.

     Nuestros lazos de amistad se estrecharon. Cuando me oía llegar con el coche, se acercaba a esperarme a lo alto de la cuesta que desembocaba en mi casa y me acompañaba, dando vueltas alrededor del coche hasta que llegaba a la puerta. Y, ocurría una cosa muy curiosa: mis perras, mientras nadie las veía y la verja estaba cerrada (ellas dentro y la perrilla fuera) la toleraban e incluso comenzaban a trabar una cómplice amistad, pero cuando alguien las veía y la verja seguía cerrada, cumplían con el forzoso deber de indicarle (en su idioma, claro está) que aquella era su casa y la de sus “amos” y que cuidado con lo que hacía o se las tendría que ver con sus colmillos.Pero todos sabíamos que aquellos ladridos no eran nada convincentes, ya que, cuando se abría la verja, nacía entre ellas un extraño corporativismo, cesaban los ladridos y comenzaba un alegre juego de rabos muy sospechoso. Con el paso del tiempo, esta situación llegó hasta tal punto que ya no era necesario sacarle una escudilla de agua fresca a la calle, pues, mientras metíamos o sacábamos el coche, ella aprovechaba, con el consentimiento de mis perras, para beber de su propio recipiente, e incluso, si en el trayecto se encontraba algún hueso viejo o un mendrugo de pan, ella misma se servía.

     Era la nuestra una relación muy especial, hasta el punto de que cuando me iba caminando al trabajo (a unos buenos dos kilómetros de distancia) ella se empeñaba en acompañarme. Al principio me daba miedo que algún coche la atropellara y procuraba por todos los medios que no me siguiera, pero era una perra con voluntad propia y si ella había decidido que aquella mañana tocaba paseo urbano, nadie podía convencerla de lo contrario; y cuando finalmente comprendí que ella no necesitaba mi protección, sino mi compañía, la llamé a mi lado, la acaricié y ella me dio las gracias con sus ojos y su rabo. No sólo me acompañaba hasta el trabajo, muchos días la observaba desde la ventana del taller tomar el sol en la esquina de enfrente, esperando pacientemente a que yo saliera, para acompañarme de vuelta a casa.

     Ante semejantes muestras de fidelidad, lealtad, cariño, agradecimiento… comenzaba la balanza a desequilibrarse: la razón comenzaba a ceder ante la fuerza de los sentimientos y ya nadie en casa entendía muy bien qué hacía aquel animalillo encantador al otro lado de la verja.

     Y en esas estábamos cuando ocurrió un hecho que despejó todas las dudas.

     Una noche, con la luz del exterior averiada y la de la luna oculta, abrimos la verja para sacar el coche y marcharnos al cine; como siempre, ella aprovechó para entrar a beber agua, pero debió entretenerse más de la cuenta, porque, camuflada por su color pardo (de noche ya se sabe que todos los gatos lo son y, por lo visto, algunas perras también) nadie se percató de que no había salido antes de que la puerta se cerrara. Ya nos extrañó que no subiera a recibirnos a lo alto de la cuesta; ya la echamos de menos dando vueltas alrededor del coche hasta llegar a la puerta de la casa. Y más nos extrañó cuando abrimos la verja y vimos una sombra parda huir despavorida y perderse en la oscuridad de la noche.

     Dos días tardamos en volver a verla; otros dos, en que comprendiera que cuando la llamábamos, sólo era para acariciarla y no para volverla a encerrar; en una semana ya volvía a entrar a beber agua de sus amigas y hurtarles mendrugos de pan, pero eso sí, con el rabillo del ojo, no perdía de vista la puerta para no quedarse dentro. Tres años duró está curiosa relación, esta desinteresada amistad, tres años en los que nos presentó seis camadas de cachorros, ya que era un espíritu libre.

     Toda una vida puede tardarse en comprender que lo que uno cree que es bueno y ventajoso, para otro puede ser una tortura.

 

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A la memoria del almendro, o de todos los árboles que en
la Tierra han sido

Por eso hoy, aunque el fuerte viento traía recuerdos de nieve norteña, he decidido dedicarle mi cariño y mi tiempo. Primero había que devolverlo a la tierra que lo sostuvo durante tantos años, pues en su caída había invadido el olivar vecino. Aunque intuyo que ni sus ramas, ni sus raíces, ni su sabia savia entienden, ni les importan, las lindes humanas. Armada de paciencia, de tiempo y de sierra, he comenzado a desmembrar sus ramas. Algunas ya estaban secas, pero otras apuntaban a un futuro cercano con sus flores incipientes y sus vigorosas yemas.


La ruta de los arroyos

Hay días en los hay vale la pena hacerle caso al instinto. Bueno, siempre vale la pena y muchas veces, la alegría, pero algunos días especialmente. Hoy ha sido uno de esos días.
Cuando me he despertado el instinto me ha dicho que me levantara sin pereza, que, aunque no había nevado como estaba previsto, el monte me esperaba. Pero la cabeza, cómodamente recostada en la cálida almohada, ha dicho: “Pero instinto, tú estás mal de la cabeza, ¿es que no escuchas el viento cómo sopla por entre los tejados?Seguid leyendo | Álbum en picasa


Milagros de cada día

Mis queridos amigos: acabo de darme cuenta de que me he saltado un año entero (largo) sin escribir una línea por estos lares. Imperdonable. Bueno, sí, voy a perdonarme porque así es más fácil perdonar a los demás, si fuera necesario.
El caso es que cuando Aurora me lea escribir (ya que no me “oye decir”) que “acabo de darme cuenta”, me dará un cachete virtual porque lleva todo el verano recordándomelo, pero he de deciros que tengo una buena excusa: he estado varias estaciones en plácido letargo...Seguid leyendo


El árbol que quiso encontrarse con su sombra

Cómo comunicar malas noticias: 1ª lección
Con la inestimable colaboración de Keny

Sí, hoy tengo que comunicar una mala noticia a tres seres muy queridos para mí y he venido al único lugar en el que puedo hallar la mejor forma de hacerlo. Hoy he venido al quinto cono, porque es aquí donde ha ocurrido el fatal* hecho y he venido a pedirle al árbol que me cuente su historia...Seguid leyendo


Un sencillo paseo

Un sencillo paseo

Esta tarde he pensado salir a dar un paseo por las sierras. Nada serio, simplemente quería comprobar el estado de la jara, respirar un poco de aire de altura y tomar unas fotografías a la luz del cálido atardecer. No llevaba ninguna ruta definida; de momento, lo primero y como siempre, perderme por los caminos de la Ganadera hasta llegar a las cercanías del chopo centenario.

Después de dejar el coche aparcado en la explanada de Valdehierro, pensé seguir el arroyo que da nombre a la zona, hasta encontrarme con la senda que lleva a la cueva de Castrola,...Seguid leyendo


Peñalara y el esparto levantino


Recuerdo que un día, con mis mejores deseos para mis amigos, y entre otras cosas, escribí esto: O que cese la brisa para que, en la silenciosa quietud del monte, la Tierra les hable desde las largas fibras del esparto. Este era uno de mis buenos deseos y tiene una explicación que deseo compartir con quienes tengáis a bien visitar este espacio...Seguid leyendo

Peñalara y el esparto levantino

Día gris

Hoy ha amanecido un día gris

Pero nadie que me aprecie se inquiete. Que el día amanezca gris a las puertas del invierno, es lo mejor que puede pasarle al día.
He decidido salir a sumergirme en el color del día. He salido sin rumbo fijo ni objetivo claro y el camino ha ido guiando mis pasos; ardua tarea, pues la niebla impedía al camino guiar mis pasos más allá de unos pocos metros...

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Renacimiento


Para mi madre

Había venido a este lugar decenas de veces, solo, en compañía, desde el este, desde el oeste, con el almuerzo en la mochila, con las manos en los bolsillos, caminando, haciendo footing… y siempre le había intrigado, durante unos escasos segundos, el cartel que, sobre madera, anuncia la proximidad de un refugio donde guarecerse en caso de lluvia...
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… y los perros, los caballos, los delfines… y hasta los grillos si me dejan dormir por la noche. Por eso, porque me gustan los toros, el 28 de julio será día de fiesta en mi calendario particular.

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El abrazo

El abrazo

¿Qué te ocurre?, ¿por qué esas lágrimas? – dijo el hombre que sonreía y que ofrecía al amigo sus brazos libres.

Lloro porque no puedo darte, ni recibir de ti, lo único que desearía en este momento: un estrecho y fraternal abrazo – dijo el hombre que andaba cabizbajo y triste y que tenía sus brazos ocupados con todas sus posesiones...Seguir leyendo


Desde El Centro

¿Desde el centro de dónde?

¿Desde el centro de cuándo?

¿Desde el centro de quién?

Demasiadas preguntas para un solo punto del tiempo o del espacio, pues hoy os escribo desde “El Centro”. ...
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Cuando lloran las viñas

Cuando lloran las viñas

Mientras la niña de los hoyuelos buscaba con la mirada en alto el origen de aquellas gotitas brillantes, traslúcidas, una de esas lágrimas cayó sobre mi mejilla. No, no era rocío. El resto del sarmiento estaba seco y sólo por su extremo, o por heridas antiguas, segregaba aquel líquido transparente. Resbaló por mi piel hasta la comisura de mis labios y no resistí la tentación de saborearlo. Aparentemente insípido, dejó, sin embargo, un recuerdo dulce en los resquicios de mi boca y una huella melosa en la superficie de mi piel...Seguir leyendo


Hoy he venido al mundo.

Los que me conocen un poco quizá piensen con una media sonrisa burlona dibujándose en su cara: ‒ ¡Ja!, más quisiera ella quitarse de encima los cuarenta y seis años que ya le hacen guiños desde una esquina cercana de abril.

Los que me conocen mejor saben que no es eso lo que yo más quisiera. Lo que más quisiera es que la niña de los hoyuelos no me abandonara, a pesar de los años que vaya cumpliendo. Y, de momento, parece que lo voy consiguiendo...seguir leyendo


Ganadores Cuentamontes 2009

...Y viene esto a cuento de que el pasado sábado se celebró en mi querido pueblo vecino, Petrer, la II Gala del certamen literario de relatos y cuentos de montaña Cuentamontes, en la que se presentó el libro y se entregaron los premios a los finalistas y el reconocimiento a los galardonados. Los organizadores nos prestaron el micrófono durante unos breves minutos para que pudiéramos dirigirnos al público y cuando me tocó el turno descubrí, con horror, que las palabras pensadas se me habían ido dispersando a lo largo del pasillo...

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A la Replana sin un par
...de crampones.

El sol ha aparecido el tiempo justo para tranquilizar nuestros corazones. Para decirnos: “Aquí estoy de nuevo, tal y como ayer me pedisteis”, para que supiéramos que hoy era otro día. Después se ha ocultado, discreto, tras el velo de las nubes para no fundir la nieve y permitirnos un paseo inolvidable por el albo paisaje.
Ya la senda, a estas alturas, se había convertido en una cinta de terciopelo blanca, un pasillo de nieve virgen entre los algodonosos árboles.

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Amanecer desde Caprala

  • Escucha……..
  • ¿……….? No oigo nada
  • Pues eso, el silencio.

Queridos amigos.

En esta visita feliz que me habéis brindado he reconocido a algunos de vosotros; también he comprobado que os acompañaban algunas caras nuevas. Caras nuevas que me contemplaban con respeto y manos que acariciaban con cariño los múltiples pliegues de mi ruda piel arrugada. Almas que traían en su mirada el recuerdo de otras formas de vida antiguas.
He visto tristeza en vuestros ojos y la sospecha de una discreta lágrima al descubrir mis vegetales úlceras de anciano.

No os apenéis por mí. ...seguir leyendo

Palabra de anciano


Una mañana de verano

Una mañana de verano

Cuando me he despertado esta mañana, el mundo, alrededor del Hondón, había desaparecido.
Las hileras de viñas que arrancan desde la ventana se perdían en un horizonte cercano y difuso. En un mágico claro entre la niebla aparecía la luna que anteayer fue llena, eso me tranquilizó, siempre que la luna continúe en mi horizonte no tendré nada que temer.
La brisa fresca y húmeda me invitó a salir....seguir leyendo | Fotos en picasa


Para Pepita


Para mi madre, para nuestra madre

¿Hay alguien ahí? Llamo a las puertas del cielo para preguntar por ti, porque dicen que es ahí donde van las almas buenas. Pero no estás, me dicen que has salido. Ni siquiera el cielo infinito es suficientemente grande para contenerte, para retenerte....seguir leyendo


De retiro en Peña Golosa

De retiro en Penyagolosa

El aire huele a una mezcla de humedad de tormenta y resina caliente.
Como no conozco bien el clima de la zona no sé cuando será prudente salir corriendo hacia el refugio.
Tengo la sensación de que la tormenta nos está rodeando, (nos: a mi, a los pinos, a los enebros, a las ardillas, a las chicharras, al espino blanco...). Creo que la primera gota es la señal de la prudencia y debo irme al refugio...seguir leyendo


Hidden Peak 8.068 José A. Antón Un lustro después

Un recuerdo

Las vías de acceso a Alicante estaban impracticables a esa hora. Encontrar un aparcamiento era una quimera.
Eran las 6:45 de un jueves primaveral.
Descubrí medio aparcamiento. El otro medio pertenecía al vado de un taller mecánico cuyo horario laboral se iniciaba a las 9:00. Confié a los hados urbanos mi medio coche mal aparcado y cubrí a la carrera los trescientos metros que me separaban de la estación de trenes.
El tren salía a las 7:00.
Cuando llegué a la estación, mi amigo ya no estaba en la cola de pasajeros que ofrecían su billete para la comprobación rutinaria. Las cintas de seguridad me impedían acceder al andén número 2, junto a la vía en la que estaba situado el tren.
Entonces le vi. Entonces vi a mi amigo,...seguir leyendo


Las heridas de la tierra

Me han pedido que escriba un relato de montaña y yo no tengo habilidad para la ficción y la metáfora.
Yo sólo sé, lo veo desde mi ventana, que al Monte Bateig, a la Sierra del Caballo, como a otros tantos, les ha salido un cáncer de hierros oxidados que está devorando si piedad sus entrañas y amenaza con cambiar para siempre los mapas..
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Las heridas de la tierra

Los árboles de piedra

Me dirigía a Sevilla en viaje de trabajo, cuando el autobús en el que viajaba pasó por delante de las murallas de Córdoba. Hasta ese momento, Córdoba no era una ciudad en la que pensara especialmente, pero a partir de entonces sentí una extraña “necesidad” de conocerla. En aquel momento pensé estas líneas que escribí días después de volver del viaje de trabajo, hace ya… casi diez años, ¡Cómo pasa el tiempo!... Seguir leyendo

Molino de la Unión en Camuñas

Felicitación y agradecimiento

Hoy quiero enviar una felicitación y un agradecimiento.
Voy a empezar con el agradecimiento, lo que ocurre es que no sé bien a quién dirigirlo. Lo más fácil, y lo que me llevaría al acierto seguro, sería elevar mi gratitud al UNO, y no fallaría, pero quedaría ciertamente ambiguo y con escaso reconocimiento a quienes el UNO empleó para que yo me sienta hoy necesitada de alguien concreto que acepte mis “gracias”
....seguir leyendo

 
 
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